Viri Ríos comentó a SinEmbargo cómo su libro No es normal “es un clamor por la desnormalización” de las injusticias y sobre todo, “y es muy importante comentárselo al auditorio, no es un libro deprimente”. “No está todo mal. También resumo cuál es el camino y bosquejo en cada uno de sus capítulos qué podemos hacer los ciudadanos”.
Ciudad de México, 6 de diciembre (SinEmbargo).– Las reglas están mal hechas en México, una situación que permite que el país sea profundamente desigual y por lo tanto que sea muy difícil que los más pobres dejen de serlo al tiempo que es casi imposible que quien pertenezca a la clase rica abandone su posición de privilegios, compartió Viri Ríos, instructora de política pública, académica y periodista.
“Las reglas están mal hechas. Están hechas en favor de las personas que tienen más dinero y en detrimento del resto. Esto se observa en todo, en cómo trabajamos, en cómo hacemos negocio, en cómo pagamos impuestos y, por supuesto, en los gobiernos que tenemos”, dijo Ríos, doctora en gobierno por la Universidad de Harvard, en entrevista con SinEmbargo con motivo de su libro No es normal (Grijalbo).
El texto de Viri Ríos comprende 25 ensayos en los que se expone qué hay detrás de la desigualdad en la sociedad mexicana a partir de una serie de datos, los cuales indican, por ejemplo, cómo el 10 por ciento más rico se queda con el 54 por ciento de los ingresos total del país, o cómo las grandes empresas mexicanas han tenido márgenes de ganancias superiores a los del resto del mundo pese a ofrecer productos similares.
La autora precisa que no se trata de un libro de opinión sino de una investigación con un tratamiento académico ya que cada capítulo fue revisado por académicos pares y resume todo lo que se conoce sobre México en la vanguardia de la literatura económica y de la política pública. Ríos citó en las páginas 120 distintos libros, 194 papers académicos y 527 distintos autores.
Refirió, en ese sentido, cómo en uno de los ensayos académicos que trae a cuenta, el de un economista de Princeton, se midió qué tanto cobran las empresas a los mexicanos por arriba de sus costos y midió qué tanto lo hacen las empresas mexicanas frente al resto del mundo. El resultado: en los últimos 35 años las empresas mexicanas han cobrado más que el promedio globa.
“El libro también nos muestra una investigación de cómo las empresas que proveen los productos de la canasta básica han creado poder de mercado, no compiten entre sí y por tanto nos venden las cosas más caras de lo que deberían. Mis propios estimados muestran que no es normal que paguemos 8.4 por ciento más de la canasta básica de lo que deberíamos por la existencia de estos monopolios y poder de mercado que abunda y polula en México”, expresó.
“Las reglas están mal hechas, deberíamos de tener un capitalismo de capitalistas, es decir, de gente compitiendo”, añadió.
Viri Ríos también documentó en su trabajo que las clases medias pagan proporcionalmente más que los ricos a la vez que muchas empresas pagan muy pocos impuestos, una cuestión que se debe a que en el sistema fiscal mexicano existe mucha permisividad hacia “la ilusión fiscal”.
“En un capítulo que se llama ‘Más paraíso que las Bahamas’, muestro cómo en México ni siquiera es necesario que los grandes millonarios utilicen paraísos fiscales [...]. En México el sistema está hecho de forma en que hay muchos agujeritos y con esas reglas o excepciones, con un contador bueno, inteligente y astuto, logran pagar muy pocos impuestos”, comentó.
Ríos mencionó que su libro “es un clamor por la desnormalización de estas injusticias” y sobre todo, “y es muy importante comentárselo al auditorio, no es un libro deprimente”.
“No está todo mal. También resumo cuál es el camino y bosquejo en cada uno de sus capítulos qué podemos hacer los ciudadanos y qué debemos demandar de nuestra clase política para que este país explote su verdadero potencial”, precisó.
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—En No es normal das cuenta a través de 25 ensayos qué hay detrás de la desigualdad en la sociedad mexicana y lo haces mediante datos. Una de las cuestiones que planteas, que llama la atención, es que si eres pobre es muy difícil que dejes de serlo, pero si perteneces a la clase rica es prácticamente imposible que dejes esta posición. ¿A qué se debe esta dinámica?
—Se debe a que las reglas están mal hechas, esa es la premisa de la que parte este libro. Recordemos que México es el deceavo país con un mercado más extenso y el primer socio comercial de Estados Unidos, una potencia global. No es normal que un país con estos privilegios y estas ventajas tenga los resultados que observamos. Un país con 53 por ciento de las personas viviendo en pobreza, con una clase media chica que se achica cada vez más. Si preguntas afuera qué está pasando, por qué vemos este México, la respuesta más tradicional que vas a escuchar –y la escuchas de López Obrador, pero también de mucha gente– es que hay mucha corrupción; ese es el problema.
En el libro avanzo una teoría distinta. Es cierto que hay mucha corrupción, eso es un problema, pero el problema real de este país es más grave. Aun si no hubiera corrupción, seguiríamos siendo un país profundamente desigual porque las reglas están mal hechas. Están hechas en favor de las personas que tienen más dinero y en detrimento del resto. Esto se observa en todo, en cómo trabajamos, en cómo hacemos negocio, en cómo pagamos impuestos y, por supuesto, en los gobiernos que tenemos.
—Viri, hablas también de que las grandes empresas mexicanas han tenido márgenes de ganancias superiores a los del resto del mundo. En ese sentido me surgen dos preguntas: ¿De qué empresas hablamos? y, ¿qué permite que en México exista este modelo de hacer negocios sin competencia que resultan abusivos?
—Este es un documento de investigación. El libro no es de opinión, es un libro que traté como un libro académico y sólido. Cada capítulo fue revisado por académicos pares. Resume todo lo que conocemos sobre México en la vanguardia de la literatura económica y de la política pública. Cito en las páginas del libro 120 distintos libros, 194 papers académicos y 527 distintos autores.
Uno de estos ensayos académicos es el de un economista de Princeton que midió qué tanto nos cobran las empresas por arriba de sus costos y midió qué tanto nos cobran las empresas mexicanas frente al resto del mundo. Se dio cuenta que en los últimos 35 años las empresas mexicanas nos han cobrado más que el promedio global y esto es sistémico en todas las empresas que cotizan en la Bolsa, que son las que él evalúa.
No sólo eso, el libro también nos muestra una investigación de cómo las empresas que proveen los productos de la canasta básica han creado poder de mercado, no compiten entre sí y por tanto nos venden las cosas más caras de lo que deberían. Mis propios estimados muestran que no es normal que paguemos 8.4 por ciento más de la canasta básica de lo que deberíamos por la existencia de estos monopolios y poder de mercado que abunda y polula en México. Las reglas están mal hechas, deberíamos de tener un capitalismo de capitalistas, es decir, de gente compitiendo.
—Mucho se ha hablado de cómo los grandes empresas evaden el pago de impuestos. Tú documentas cómo algunas de las empresas más grandes del país pagan muy poco en impuestos. Mencionas algunos bancos y algunas empresas de Slim. ¿Qué permite para estas empresas que sea tan fácil no pagar su parte?
—Que las reglas del juego, en términos de pagos de impuestos, están mal diseñadas. Parece casi obvio, pero no es tan obvio porque allá afuera la gente siempre está diciendo que pagamos muchos impuestos, que el gobierno tiene mucho dinero. ¿Quién? Las clases medias pagan proporcionalmente más que los ricos, pero muchas empresas pagan muy pocos impuestos. Se debe a que en el sistema fiscal mexicano existe mucha permisividad hacia la ilusión fiscal.
Un estudio interesante que también cito en el libro, en un capítulo que se llama ‘Más paraíso que las Bahamas’, muestro cómo en México ni siquiera es necesario que los grandes millonarios utilicen paraísos fiscales. México tiene una demanda por paraísos fiscales 19 veces inferior de la que tiene un país como Brasil. La razón por la que nuestros millonarios ni siquiera necesitan los paraísos fiscales —que los usan cuando tienen dinero mal habido, pero no para evadir— es porque no hace falta. En México el sistema está hecho de forma en que hay muchos agujeritos y con esas reglas o excepciones, con un contador bueno, inteligente y astuto, logran pagar muy pocos impuestos.
—¿Las reglas están mal hechas para beneficiar solamente a un puñado de empresarios?
—A un puñado de empresas, a un puñado de hombres de negocios que no compiten y también, debo decirlo, a veces más a los hombres que a las mujeres, a veces más a las personas de tonos de piel más claras en comparación con las personas de tonos de piel más oscura, y a veces más a las empresas y menos al trabajador.
—En el caso de personas con piel más oscura citas un experimento sobre solicitar créditos bancarios y das cuenta cómo si se tiene tonos de piel más oscura es más complicado que accedas a uno. ¿Qué hay detrás de esta desigualdad?
—En conjunto, hay un país, un México, que ha normalizado muchas injusticias. Por eso este libro se llama No es normal. El primer paso para una verdadera transformación del país... ya no quiero decir transformación porque suena a 4T, pero sí necesitamos transformar a este país. El primer paso para lograrlo es desnormalizar estas injusticias, es darnos cuenta de que no es normal, por ejemplo, que haya 11 feminicidios diarios. No es normal que 11 mujeres mueran cada día por el simple hecho de ser mujeres. No es normal que una persona de tono de piel oscura tienda a tener salarios más bajos que una persona de tono de piel blanco.
Este libro es un clamor por la desnormalización de estas injusticias. Sobre todo, y es muy importante comentárselo al auditorio, no es un libro deprimente. No está todo mal. También resumo cuál es el camino y bosquejo en cada uno de sus capítulos qué podemos hacer los ciudadanos y qué debemos demandar de nuestra clase política para que este país explote su verdadero potencial.
—¿Cómo reducir la brecha social en un país en el que el 10 por ciento más rico se queda con el 54 por ciento de los ingresos total del país, como mencionas, y sobre todo, como también refieres, cuando este 10 por ciento es el mismo que existía al inicio de este siglo?
—Tremendo. Tengo un capítulo donde demuestro que esto no es de hoy. A veces se nos olvida y pensamos que cuando se vaya López Obrador, cuando se vaya Calderón, cuando se vaya Peña Nieto. No. Esta es una situación sistémica que precede las presidencias actuales, viene de mucho tiempo actual y la debemos cambiar. Siempre han sido los privilegiados de siempre.
Doy tres distintos caminos a lo largo de este libro y todos los exploro con detalle. El primero es que tenemos que reducir las desigualdades que ya se generaron por medio del pago de impuestos. Los que tienen tantísimo más que el resto tienen que contribuir con esta sociedad de manera más generosa y se les tiene que obligar a que lo hagan. Segundo, necesitamos un mercado que funcione, en donde las empresas pequeñas puedan hacerse medianas y las medianas puedan hacerse grandes, y en donde el trabajador tome su justa parte del valor que genera en la economía mexicana. Un tercer camino es que tenemos que reducir las desigualdades antes de que se generen por medio de dar la oportunidad a todos de tener una buena educación, reducir las desigualdades que existen hacia las mujeres y también hacia las personas de tonos de piel oscuras y a los indígenas.
—En Estados Unidos está el debate sobre los hombres más ricos. La ONU ha comentado sobre la responsabilidad social que deben de tener quienes acumulan gran parte de la fortuna y cómo su riqueza ayudaría a disminuir la hambruna y la brecha social. El mismo Presidente Andrés Manuel López Obrador ha llevado el tema a Naciones Unidas. ¿Es parte del camino?
—Es parte del camino sin duda. No es el único ingrediente, pero es una parte muy fundamental. En el libro No es normal tengo un capítulo que se llama ‘Ricos más ricos’, en donde platico cómo la falta de impuestos a la riqueza ha hecho que los ricos acumulen muchísimo. Por ejemplo, durante el año de la pandemia, los 13 billonarios más grandes de México acumularon 33 mil millones de dólares.
No nos podemos ni imaginar esa cantidad; 33 mil millones de dólares al mismo tiempo que 5.4 millones de mexicanos cayeron en pobreza. No es normal. Necesitamos una agenda redistributiva más importante. Si les hubiéramos cobrado un impuesto del uno por ciento, hubiéramos podido construir 95 hospitales de especialidad en México. Uno por ciento, nada. Nuestros políticos necesitan tener los pantalones para animarse a crear un país más justo.
—Todo tiene que pasar por modificaciones a la Ley, sin embargo, pareciera que el Estado tiene miedo de causar el enojo de los hombres más ricos. ¿Qué se puede hacer cuando el poder que se les ha permitido tener a lo largo de décadas ha generado un poder fáctico capaz de golpear al Gobierno?
—Hay que redomar a este sistema. Hay mucha desesperanza en el mexicano promedio. Hay mucha desesperanza en si podemos o no cambiar a este país en el corto plazo. Creo que hay que sacudirnos esa desesperanza y reclamar a la política en nuestras manos. Suena raro, pero no conozco a gente joven que quiera militar en partidos políticos, lo que me preocupa mucho. Solamente militando en partidos políticos es que se van a crear clases políticas nuevas en donde se genere más innovación y mejores políticas públicas.
Hay que entrarle, quien pueda, quien tenga algo qué contribuir. Hay que cambiar la democracia desde adentro. Organizarnos mejor para que se acabe la democracia corporativa que nos enseñó el priismo con la cual continuamos viviendo desde la época posrevolucionaria y que se haga una democracia ciudadana de participación directa e indirecta.
—Ahora quienes están más interesados en hacer política son empresarios como Claudio X. González y Gustavo de Hoyos que es el exrepresentante del patronato mexicano. Tienen todo su derecho de hacerlo. Pero los jóvenes no lo están haciendo, sino estos empresarios con los partidos de siempre.
—Hay que democratizar los partidos políticos en México. Uno de los grandes problemas, y que también se aborda en el libro, es que nuestros partidos políticos ya perdieron contacto, incluso con su propia militancia. Se han vuelto estos cotos de poder, incluso a veces dominados por familias. Muy grave. Aunque seas militante o quieras subir en el partido, es imposible porque no tienes el pedigree de pertenecer a las élites partidistas.
Hay que democratizar a los partidos políticos y esa es una labor crítica porque sólo así vamos a ver caras nuevas. Lo impresionante no es que los ricos o empresarios estén organizados, ellos siempre lo han estado, lo impresionante es que ni siquiera ellos encuentran manera de crear nuevos partidos políticos y terminan aliados con el PRI y el PAN. Eso demuestra la dificultad que hay en este país para hacer política democrática.
—¿El Estado se encuentra capturado por los intereses de ese 10 por ciento, o hay un cambio a partir de la distancia que ha marcado el Presidente López Obrador con algunos de estos empresarios?
—Hay un cambio narrativo muy importante, y hay cambios en política pública también muy importantes. Está el cambio que hemos observado en el outsourcing, que ahora está regulado para que no exista. El cambio que tenemos en el aumento en el salario mínimo también muy positivo. Y un tercero, que siempre acentúo, es que tenemos una ley laboral que está permitiendo cierta competencia entre los sindicatos tradicionales. Ya vemos indicios de democratización sindical.
Pero no es suficiente. Mi libro no es un libro sobre López obrador, Calderón ni Peña. Creo cito a López Obrador una o dos veces, no me acuerdo. No es un libro sobre políticos, es un libro sobre cómo estructuralmente este país se levanta sobre reglas injustas y hemos normalizado esas reglas injustas; se han vuelto la forma de hacer negocio. Más bien debe ir por revisar por completo bajo qué reglas existimos como país.
—Por último, si no es normal todas estas prácticas, ¿por qué las hemos normalizado en nuestra día a día e incluso las hemos perpetuado?
—Nuestros políticos nos han acostumbrado a una falta profunda de imaginación. Si ves lo que políticos imaginan como el futuro de México, sus propuestas son muy marginales y poco transformativas. La misma agenda de López Obrador narrativamente es poderosa, pero objetivamente en su implementación no lo ha sido del todo. Hay que sacudirnos a estos políticos sin imaginación y sin ambición. Tenemos que crear un país que demande no lo que los políticos nos ofrecen, sino lo que necesitamos. Por eso no es normal es un manual para acompañar a cualquier persona que esté determinada a crear un México más justo. Aquí vienen algunas ideas, que no creo que sean las únicas, pero son las que he podido encontrar de cómo juntos podemos demandar un país que desarrolle su pleno potencial.